viernes, 27 de febrero de 2009

Un Estado Emprendedor

Es complicado evadirse a todo lo que gira en torno a la crisis que estamos viviendo. Lo peor, pensar en todas las familias que sufren por pérdidas de trabajo. Lo mejor: algo tiene que haber, tal vez se aprenda para el futuro, tal vez cambiemos a un orden económico más racional y repleto de menores ambiciones desmedidas, de un orden que busque la riqueza con la generación de valor, y no sólo con la especulación… pero como siempre, en el camino, pagarán justos por pecadores.

Resulta llamativa la falta de imaginación para hacer cosas nuevas. Da la impresión de que los ciudadanos exigen apenas nada a sus representantes polítticos, y que estos, de cualquier manera, tienen muy poco que aportar, o nada. He escuchado en multitud de charlas de radio el comentario de que los créditos no llegan a los destinatarios de los mismos. En el ámbito de lo privado, tal vez la solución sea tan sencilla como hacer que el Estado aporte un descuento sobre todas las hipotecas pedidas: el dinero no tiene que ir a los bancos, sino a los individuos que piden un crédito a un banco Se dirá que es muy fácil de decir y difícil de hacer, o que este tipo de medidas no soluciona el problema de fondo estructural de la economía española. El problema de fondo estructural de la economía española se conoce desde hace tantos años que hablar de él ahora parece cachondeo. Parece aquí que el nivel de exigencia a un político – estadista es que tiene que tener la misma visión que los amigos que se juegan la partida de cartas en el bar. En Francia, por citar un ejemplo cercano, se ha creado una medida por la que los jóvenes que quieran comprar una nueva casa tengan un tipo 0 durante un año o dos. Esto ayuda, sin duda. ¿Qué los problemas estructurales se arreglan de otra forma? Pues claro, pero una cosa no quita la otra. Al menos las ayudas llegan al ciudadano de pie.

Si pensamos en las Pymes, lo que hay que hacer, y lo digo desde la experiencia de ser Pyme, son 4 cosas: 1) reducir la carga impositiva del iva, o aplazarla para empresas de nueva creación , 2) reducir o aplazar las cargas sociales a las empresas nuevas, y 3) permitir que haya libre mercado… y claro 4) también facilitar líneas de crédito.

Las 2 primeras cuestiones crean empleo y hacen que el empresario se sienta con más ganas de emprender. El problema es que el Estado deja de recaudar. Aquí si una empresa deja de vender parece que no pasa nada, pero si el Estado deja de recaudar lo que entiende es seguro, entonces el mundo se viene abajo. Pues nada, a recaudar hasta que la empresa no pueda más y cierre. El Estado debería asumir riesgos para tener beneficios. Esta idea es sencilla, pero en un país donde el Emprendedor se considera un bandido y un chorizo, poco se puede hacer entender que es necesario que el Estado asuma también riesgos para obtener beneficios. Ésta es la idea de la que quiero hablar: un Estado Emprendedor, un Estado que asume riesgos. Tiene de hecho mucho sentido, pues los riesgos del Estado se diversifican en muchas personas, y el del Empresario es individual. Monta una empresa, pierde dinero y sale el Emprendedor sólo perdiendo. Monta una empresa, sale ganando tras trabajo, sudor y lágrimas y el que pone la mano es el recaudador: 33% sobre beneficios por favor. Se entiende que la recaudación repercute en la Sociedad, en el mundo ideal.

La tercera medida a la que hago referencia: el mercado libre se refiere a que los contratos dejen de estar dados en gran parte de casos. La Administración, en sus diferentes niveles y ramificaciones, se dedica a adjudicar contratos uno tras otro que no son limpios. Esto lo sabe todo el mundo; en el Parlamento Catalán se llegó a hablar del % de Comisión típico en los contratos, y no pasa nada… pero a pesar de ello se espera que haya emprendedores, o una economía que genere riqueza. Los mismos políticos se dedican a dar contratos a amiguetes, y estos, no buscan la creación de riqueza, sino enriquecerse. Éste es el problema de fondo del problema estructural de la economía, no hay que mirar más lejos. La concentración de la Economía en el ladrillo se debió a lo mismo: recalificaciones, sobornos y pelotazos. Que nadie espere riesgo, emprendedores, creatividad y trabajo duro cuando en las partidas las cartas están marcadas y se lleva el gato al agua el que no arriesga, ni emprende, ni tiene creatividad y por trabajo tiene dar y recoger sobres…. Esto, además, pone en sospecha a toda la multitud de empresarios que generan riqueza y dan trabajo de verdad

Hace algunos años me encontré con estos problemas. En ese momento sufrí las consecuencias de lo que describo arriba. Si hace años no me hubiera encontrado con esas trabas hubiera creado seguramente 15 ó 20 puestos de trabajo, y ese negocio habría solicitado servicios de muchas otras empresas que, a su vez, hubieran hecho lo mismo… el efecto se multiplica y retroalimenta. Claro está que lo que a mi me pasó le habrá pasado a miles de otras empresas, y claro, ese efecto también se multiplica: que arriesgue ahora otro.

Nos hace falta un Estado Emprendedor, un Estado con capacidad de asumir riesgos, y unos políticos a los que se pague por valorar los riesgos y afrontarlos. Esta idea es sencilla, pero como tantas otras cosas, parece muy alejada del nivel de exigencia que nos rodea. Hoy el riesgo es para algunos ciudadanos, pocos. El beneficio, en lo que a comilonas se refiere, es sin duda para otros.

Parece que nos tenemos que contentar con que se pinten las paredes de los pueblos, pues nada, a coger dinero y comprar la pintura, que eso implica muchos riesgos… Es posible que cuando se termine la pintura no nos llevamos ni una de cal ni una de arena.